Eso es el bruxismo, colándose durante el día o acechando por la noche. Imagina el estrés al que se someten tus dientes, llevando a desgaste, ese molesto dolor de mandíbula, dolores de cabeza, molestias en el cuello y, a veces, un sonido de crujido en la articulación de la mandíbula.

Es como un cóctel de factores: estrés, ansiedad, una alineación dental no del todo perfecta, problemas de sueño e incluso esos hábitos posturales sobre los que no pensamos dos veces. Y sí, ciertos medicamentos o condiciones neurológicas también pueden agitar el cóctel.

Varía. En muchos casos, se puede lograr una mejora notable de los síntomas, especialmente cuando se abordan las causas de raíz. Sin embargo, la gestión a largo plazo puede requerir atención continua, especialmente si el bruxismo está relacionado con el estrés.

El bruxismo no discrimina por edad. En los peques, a menudo se relaciona con el crecimiento y desarrollo de los dientes y la mandíbula, y puede disminuir con la edad. En los adultos, el estrés suele ser un desencadenante más significativo.

El impacto en tu salud dental y bienestar general no es ninguna broma. El bruxismo constante puede desgastar tus dientes, llevar a fracturas, liarla con la articulación de la mandíbula, causar dolor facial continuo e incluso afectar a la calidad de tu sueño y felicidad general.

Sí, puedes complementar el tratamiento ortodóntico con técnicas de relajación, una rutina de sueño saludable, reducir el consumo de estimulantes y ejercicios para fortalecer y relajar los músculos de la mandíbula puede ser de gran ayuda.